Después de un par de años muy complicados, todo pareciera indicar que el 2020, pronto por iniciarse, traerá mayor tranquilidad y mejoría en la economía nacional. Los indicios más evidentes son el favorable comportamiento del IMAE; el alza en la recaudación impositiva; las menores necesidades de financiamiento del Ministerio de Hacienda; la colocación de los eurobonos por $1,500 millones; los préstamos multilaterales aprobados; el incremento en las reservas monetarias internacionales; la estabilidad en las tasas de interés, el tipo de cambio y la inflación; el aumento de la inversión en obras de infraestructura; así como los proyectos aprobados para el ingreso a la OCDE y otros.
En los últimos meses han empezado a observarse algunas señales positivas del comportamiento del IMAE, el mejor indicador de corto plazo para captar la evolución de las distintas actividades. De acuerdo con este índice, la producción nacional tocó fondo en junio, cuando alcanzó un crecimiento interanual de apenas 1.2%, e inició un ascenso paulatino hasta ubicarse en 2% en setiembre. Aun cuando el nivel es muy bajo, la leve mejoría es bastante generalizada, especialmente en los sectores que venían presentando crecimientos negativos. Además, la tendencia es similar cuando se visualiza el IMAE en sus distintas versiones: originales, desestacionalizadas, o tendencia-ciclo.
Con la entrada en vigencia de la Ley de Fortalecimiento de la Finanzas Públicas, en particular el IVA, por primera vez en varios años, en setiembre se presentó un superávit primario; así, la diferencia entre los ingresos tributarios y los gastos, excluyendo el pago de intereses, fue positivo. En medio de la desaceleración económica, la consolidación fiscal ha empezado a dar resultados. Pero, como el desequilibrio fiscal aún es muy elevado y la deuda/PIB sigue creciendo, es necesario continuar controlando el gasto, aprobar el proyecto de empleo público, aplicar estrictamente la regla fiscal de manera generalizada, e iniciar la reforma del Estado para fusionar, reducir y cerrar instituciones que ya cumplieron su cometido. En algunos casos, eventualmente podría evaluarse la conveniencia de vender algunas instituciones.
Las necesidades financieras del Ministerio de Hacienda se reducen significativamente para el 2020, como resultado de los canjes de deudas que vencían en ese período, de las captaciones a mayores plazos y los préstamos externos, incluyendo los eurobonos y los multilaterales. Las reservas monetarias internacionales se mantienen en niveles récords, superando los US$9,000 millones. Todo esto garantizará que las tasas de interés, el tipo de cambio y la inflación mostrarán estabilidad y no se vaticinan riesgos de sobresaltos, al menos para los próximos 12 meses. Más bien, para evitar apreciaciones cambiarias adicionales, poco conveniente en las actuales circunstancias, es importante que el BCCR valore el pago anticipado del saldo del préstamo con el FLAR e intervenga comprando el exceso de divisas en el mercado cambiario privado.
Desde hace varios meses se observa un importante desarrollo de proyectos de infraestructura. Hasta hace poco, extrañamente, estas inversiones no se reflejaban en los gastos de capital del Gobierno, ni por tanto en el cálculo del IMAE de la construcción pública. En las cifras de octubre estas erogaciones se incrementaron de manera significativa, superando en los primeros diez meses el 50% con respecto a igual período del año pasado. Es muy probable que estas inversiones se reflejen en el IMAE de octubre y contribuya con el proceso de recuperación del último trimestre. En el mediano plazo, será clave para mejorar la productividad, los gastos de transporte y la calidad de vida de la población. También ayudarán las leyes de educación dual, teletrabajo, limitaciones a las huelgas; así como todos los requisitos para el ingreso a la OCDE.
El leve positivo desempeño de la actividad económica, junto con todos los indicadores anteriores, constituyen apenas el inicio de un largo camino para empezar a mejorar la calidad de vida de los costarricenses. Será necesario dinamizar las actividades que aún continúan en recesión técnica, las cuales son las principales generadoras de empleo menos calificado. La transmisión al mercado laboral, una de las principales preocupaciones, todavía tomará tiempo. La situación sigue siendo complicada, pero hay condiciones internas para una recuperación paulatina; excepto por los mayores riesgos de la economía internacional. Hay que proseguir con todas las acciones adicionales sugeridas por distintos sectores para acelerar el crecimiento económico en el corto plazo.
Con el objetivo de ampliar las posibilidades de crecimiento inclusivo en el mediano plazo, se sugiere incrementar la infraestructura para duplicar el turismo en un lustro. Para ello podría darse en concesión, en varias etapas, la construcción de dos aeropuertos internacionales, uno en la Zona Sur y otro en Limón; sendas autopistas, una hacia el Pacífico Central y otra en la Ruta 160 (Ruta del Sol). Esto contribuirá a generar empleo en las zonas costeras, mejorar la distribución del ingreso, reducir la inmigración al Valle Central y mejorar la productividad general; dados los elevados efectos multiplicadores y encadenamientos asociados a la construcción y el turismo.
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