Alternativas para medir el desarrollo económico

Se busca siempre, en toda sociedad, el desarrollo económico, pero ¿qué significa esto? Este breve ensayo postula dos maneras de dilucidar el acertijo: la primera, propuesta por Adam Smith al inicio de su magnum opus; la segunda, de Carl Menger, uno de los padres, tanto de la escuela austríaca de economía como del marginalismo.

Adam Smith: la comparación del desarrollo económico entre civilizaciones debe de realizarse estimando la cantidad de diferentes empleos y por lo tanto trabajadores, requeridos para la obtención de los bienes, esto – claro – relacionado positivamente. “Si se observan las comodidades (…) en un país civilizado o prospero se ve que el número de personas cuyo trabajo, aunque en una proporción muy pequeña, ha sido dedicado a procurarle esas comodidades supera todo cálculo” (p. 20).

No ha de olvidarse, sin embargo, el altruismo comunitario implícito al que convergen las economías (¡entre más desarrollada, más sobreentendido!). Esto, aunque en última instancia, sea la mano invisible la que domina en la toma de decisiones personales.

Karl Menger: en su libro Principios de Economía Política, propone – grosso modo – que la evolución económica de un pueblo está relacionada positivamente con la producción y distribución de bienes de orden superior y sus complementos. El orden hace referencia a la capacidad directa de satisfacer nuestras necesidades; entre mayor su número, mayor proceso requiere este para saciar nuestros deseos más elementales.

“La forma más ruda de economía se limita a la recolección de los bienes del orden ínfimo que la naturaleza ofrece espontáneamente” (p. 48). Sí ha señalarse que el autor es claro en cuanto a la necesidad de abundancia de estos últimos bienes, ¿cómo producir repostería elaborada sin abundancia de trigo? “Déjalos comer pastel”, respondió María Antonieta ante la falta de pan de los campesinos.

Entonces, las civilizaciones más desarrolladas son aquellas que satisfacen sin mayor esfuerzo las necesidades esenciales y que, por lo tanto, se dedican a la elaboración de bienes y servicios de mayores órdenes. ¿Se han cuestionado, alguna vez, de dónde son mayoritariamente aquellas personas que pueden dedicarle dinero al estudio, por ejemplo, de los animales marítimos o al espacio exterior?

Además, diferenciándose de Smith, Menger propone que la división del trabajo es solo una parte del mayor desarrollo económico y piensa que la tecnología es la otra pieza clave del rompecabezas: la capacidad – en un momento dado – de disminuir el tiempo entre cada fase del proceso de reducción de orden de los bienes.

En el caso del comercio exterior costarricense, aquellas industrias que han experimentado un mayor progreso son las que han logrado transformar su producción de forma que puedan participar directamente en las cadenas globales de valor. A su vez, estas – curiosamente – son de bienes de orden superior; dispositivos médicos y electrónicos, son los que más destacan. Estos encadenamientos productivos son tan esenciales que, PROCOMER, tiene un departamento exclusivo para esto.

Ciravegna (2012), pone en evidencia la importancia de los famosos “clusters” para Costa Rica. Estos tienen como objetivo primordial: afianzar vínculos entre firma locales, empresas internacionales, universidades y demás posibles agentes. Es decir, son una extensión moderna de la división del trabajo de Smith, junto con el aumento – debido a la especialización – de la producción de bienes de orden superior de Menger.

Congruentemente, Costa Rica – y todavía más evidente si metemos la ventaja comparativa ricardiana – debe enfocarse en promover aquello en lo que somos buenos. Clima, por lo tanto, turismo y educación turística; piña, banano y café, por lo tanto, productos derivados de estos; ambientalismo, por lo tanto, educación universal ambiental. Esto, por dar algunos ejemplos.

Consecuentemente, no solo nos especializaríamos, se crearían divisiones más eficientes de trabajo, mayores encadenamientos productivos, se cerraría la brecha de oferta y demanda laboral y se producirían bienes de cada vez mayores órdenes, sino que, además, reduciríamos el costo de oportunidad agregado.

En última instancia, nos llevará esto – como Suiza y los seguros, Alemania y los carros, Finlandia y la educación primaria – a ser pioneros a nivel mundial en la producción de algo de orden superior e inevitablemente, a mayor desarrollo económico.

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Sr. Franco Guevara Analista Económico

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