Buenos signos de recuperación de la economía, pero la pandemia…

Desdichadamente la covid-19 no nos da descanso y casi todos los días sufrimos más casos de esa enfermedad y fallecen más personas, mientras nuestros hospitales y los abnegados servidores de la salud hacen milagros para atender a una creciente cantidad de pacientes que los desbordan.

Para domar esta nueva inmensa ola de contagios se ha requerido imponer otra vez medidas restrictivas a la circulación y a las congregaciones de personas en lugares cerrados. Claro, eso significa nuevas limitaciones a la producción de muchas actividades, lo que torna aún más gravosos el desempleo y el empobrecimiento que ya sufrían tantísimas familias por las condiciones prevalecientes antes de la pandemia y por esta terrible enfermedad.

Estas nuevas condiciones de la pandemia que se empiezan a manifestar en marzo y llevan a nuevas restricciones que limitan la actividad productiva en mayo, reducen la confianza de que se mantengan los resultados de la recuperación económica que con los datos hoy disponibles podemos inferir. Pero de todas maneras vale la pena hacer el ejercicio.

Ciertamente hemos progresado respecto a las mayores pérdidas de empleo y producción que sufrimos a mediados del año pasado. Pero la recuperación de puestos de trabajo y de la producción nacional que se veía dando en enero y febrero era despaciosa con la excepción de las exportaciones que sí mostraban dinamismo, como ya pude comentar con los datos de empleo y producción disponibles hace un mes (artículo: Urge acelerar el paso para la reactivación, 14 abril 2021 www.rodriguez.cr ).

Hoy contamos con la información de producción del IMAE, con la Encuesta Continua de Empleo y con información de arribo de pasajeros en vuelos internacionales de marzo, y con el resultado de las exportaciones y el reporte del Ministerio de Hacienda de resultados fiscales de abril. ¿Qué nos indican las nuevas cifras?

Los datos del IMAE, de exportaciones, de llegadas internacionales y de Hacienda nos traen buenas noticias, no así los de empleo.

Antes de comentarlos una nota de la precaución que debemos observar de ahora en adelante. Se trata de que ya en marzo de 2020 se dieron los primeros efectos de la pandemia reduciendo la actividad económica con el cierre del turismo y de muchas actividades comerciales, de alimentación y hospedaje, de entretenimiento, de transporte y de otros sectores que se vieron afectados por las limitaciones a la circulación y a las reuniones. Eso hace que la base de hace un año con las que se comparan las cifras actuales es muy baja, por lo que un crecimiento respecto a ella no es un crecimiento respecto a las condiciones normales de la economía, ni respecto a la situación anterior a la pandemia.

 Por eso en la utilización del IMAE, del PIB trimestral, de las exportaciones y de arribos internacionales es mejor que ver variaciones interanuales, evaluar el crecimiento con el mes y el trimestre anterior, y comparar sus valores con los valores de febrero 2020, último mes antes de que nos cayera la covid-19.

Respecto al empleo hay que tener en cuenta que en condiciones como las que vivimos, cae la tasa neta de participación, que mide la proporción de la población de 15 años y más que o tienen trabajo o buscan un empleo. Durante períodos de recesión económica las personas se cansan de buscar un empleo sin lograrlo y disminuye la tasa neta de participación. Durante esta pandemia esa actitud se puede dar, además, para ayudar a los hijos que estudian en la casa y no en la escuela. La tasa de desempleo mide la proporción de personas que buscan empleo y no lo encuentra respecto a la cantidad de gente que trabaja o desea participar en el trabajo. La tasa de desempleo disminuye si el numerador es menor debido a que personas sin trabajo dejan de buscarlo, y en consecuencia no refleja adecuadamente el tamaño del problema. Por eso en estos casos es mejor considerar la cantidad de personas empleadas.

El nivel del IMAE de marzo nos indica que se incrementó la recuperación de la producción que había decaído en su empuje en los dos meses anteriores y que incluso algunos sectores (extracción y minas, manufacturas, comercio, enseñanza y salud y otros) alcanzaron niveles superiores a los de febrero de 2020. Esta recuperación indicada por el IMAE de marzo es liderada por la manufactura de los regímenes especiales (zonas francas, perfeccionamiento activo).

Desde setiembre de 2020 la producción de bienes en regímenes especiales empezó a ser mayor a los datos previos a la covid-19, lo que posiblemente no ocurrirá para la economía total sino hasta avanzado 2022.

El impacto positivo más fuerte surge de las exportaciones de bienes que en el trimestre a marzo de este año crecieron un asombroso 17%. En el trimestre a marzo del año anterior habían tenido un crecimiento interanual de 3 por ciento y en los últimos 5 años su mayor crecimiento había sido de 7% en el primer trimestre de 2018.

Ya para noviembre del 2020, después de una caída inicial con la covid-19, las exportaciones de los regímenes especiales acumuladas el año pasado habían alcanzado los números prepandémicos. Por eso, a pesar de este coronavirus, nuestras exportaciones de bienes crecieron en el 2020 un 1,9 %, mientras las exportaciones de América Latina más bien disminuyeron un 13 %. Este año, desde enero, las exportaciones del régimen definitivo también son superiores a las del año anterior y su crecimiento siguió aumentando hasta abril.

El sector productivo más golpeado es el turismo, y por supuesto eso significa una situación muy difícil para hoteles, restaurantes, sitios de entretenimiento y transporte. El IMAE desestacionalizado de febrero 2020 tenía un nivel de 109,4 y a marzo de este año apenas ha llegado a 56,2, con una pequeña recuperación en ese mes después de disminuciones en enero y febrero respecto al incremento que había experimentado en diciembre, que ahora se supera ligeramente. Esto concuerda con la información que nos brinda el numero de llegadas internacionales por vía aérea. En diciembre 2020 esa cifra había sido de 71.000 personas con muy importante crecimiento respecto a los meses anteriores del año pasado, cuando entre abril y octubre el promedio mensual fue de solo 2.423 personas, pero con una enorme caída respecto al ingreso previo a la pandemia: solo significó un 29% de las llegadas en diciembre de 2019. Pero ese pobre resultado fue empeorado con los datos de enero y febrero con el arribo de solo 60.619 y 54.745 viajeros. En el recién pasado marzo el arribo fue de 88.391 personas que ya no se puede comparar con marzo de 2020 pues en ese mes ya se había cerrado el ingreso al país, pero que respecto a febrero 2020 significa solo un 32%. Por eso en su ultima estimación del crecimiento para este año el BCCR disminuye el que corresponde a turismo respecto a su estimación de enero.

Las finanzas públicas también nos traen noticias positivas. El resultado primario acumulado a abril vuelve a ser positivo, como lo había sido a marzo. El Ministerio de Hacienda justificadamente resalta: “el superávit acumulado al primer cuatrimestre asciende a ¢231.422 millones (0,61% del PIB) el segundo mejor resultado de los últimos 15 años. El déficit financiero acumulado cerró en ¢466.073 millones (1,23% del PIB), el más bajo de los últimos seis años”.

Las cifras incluyen en el presupuesto este año las de ingresos y gastos de los Órganos Desconcentrados (OD) de conformidad con el mandato de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas de 2018, que por primera vez se aplica para el período en curso. Por eso las cifras de ingresos y gastos no son comparables con las del año anterior. Por haber ya disminuido los ingresos el año anterior por la pandemia, tampoco son muy indicativas las tasas de cambio de este año respecto al pasado.

Con relación a los ingresos y tal como lo señalé en mi análisis de hace un mes, se debe tomar en cuenta que los acumulados a abril de este año incluyen la incorporación en marzo de los ingresos por superávit de entes autónomos de la Ley 9925 por ¢106.915 millones (0,29% del PIB). Este es un ingreso no repetitivo.

Respecto a los gastos este cuatrimestre el Ministerio de Hacienda si aportó el monto de los gastos de las OD, lo que nos permite deducirlos de los reportados para el Gobierno y comparar con los del 2020 que no los incluyen. Esto nos permite concluir que sí se da una reducción en el gasto en remuneraciones (0,14 p.p. del PIB), en transferencias corrientes (0,43 p.p. del PIB), y en gastos de capital (0.09 p.p. del PIB). Es necesario explicar que, si se agrega el gasto de capital de las OD al del resto del gobierno, esa partida si parece aumentar respecto a 2020, pero es porque el año pasado, como he indicado, los gastos de los ODs no aparecen en el presupuesto del gobierno. Los gastos de intereses aumentan por el aumento en el volumen de la deuda pública a pesar de que las tasas pactadas en este año son más bajas que las del anterior.

Durante estos primeros meses de 2021, el problema mas serio, y es un problema especialmente doloroso por sus efectos en el bienestar especialmente de mujeres y de personas con bajos ingresos, radica en el desempleo.

El virus SARS-CoV-2 se ha ensañado especialmente en nuestro nivel de empleo. El cierre de establecimientos, la limitación a la circulación y sobre todo la caída internacional en el turismo han golpeado especialmente al empleo.

La Organización Mundial del Turismo estima la caída mundial en llegada de turistas en 2020 comparado con 2019 en un 74%. Nuestros datos de llegadas internacionales repiten esa cifra pues caen en un 73,5%. Este es un sector altamente generador de empleo, y lo es especialmente en las zonas costeras que es donde más ha crecido la pobreza con la disminución de la producción y del empleo.

En julio de 2020 se llegó al más bajo nivel de ocupación con solo 1.723.012 puestos. Esa es, con mucho, la cifra más baja que se ha observado desde que se genera la Encuesta Continua de Empleo que inició en el tercer trimestre de 2010. De febrero 2020 último -mes antes de la pandemia- a julio de ese año la ocupación en el país bajó en 496.228 puestos, lo que significa un 22,6% respecto a su nivel en febrero de 2020 el mes previo a la pandemia, con una afectación mucho mayor en las mujeres cuyo nivel de empleo bajó un 28,3%, con una caída de 5,7 puntos porcentuales (p.p.) más en mujeres que en hombres. Para diciembre se habían recuperado 261.431 de esos puestos, y la recuperación fue mayor en mujeres que en hombres lo que hizo que la pérdida de empleos de mujeres fuese solo 1,8 p.p. mayor que la de hombres.

Pero de diciembre 2020 a marzo 2021 el aumento en ocupación fue de solo 39.203 puestos, quedando al final del trimestre una disminución de 10,5 puntos porcentuales respecto a febrero de 2020. Lo peor es que mientras en los puestos ocupados por hombres de diciembre a marzo aumenta la ocupación en 3,3 p.p., en el caso de las mujeres vuelve a disminuir el número de plazas ocupadas por ellas. El mayor impacto negativo en las plazas disponibles para mujeres que respecto a hombres aumenta en marzo a su nivel más alto, 7,8 p.p.

Desdichadamente las nuevas limitaciones a la circulación y a la operación de actividades de alimentación, entretenimiento y comerciales obligan a prever que disminuirá otra vez el crecimiento económico y que muy posiblemente disminuya el nivel de ocupación.

De nuevo las circunstancias nos señalan que -como lo manifesté hace un mes en el artículo indicado- debemos redoblar el paso para la aprobación del convenio con el FMI y de la legislación complementaria requerida para que se alcancen los objetivos de ese entendimiento.

PhD. Miguel Ángel Rodríguez
Socio Consultor Ecoanálisis
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