Por Sr. William Porras, Socio Consultor de Ecoanálisis
El mercado cambiario costarricense presenta excesos en USD en las ventanillas de los bancos comerciales, mientras el Sector Público No Bancario (SPNB) es deficitario en USD y es gestionado por el BCCR.
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Desde la década de los 80, el Gobierno costarricense se enfocó en elevar la producción del país. Con ello se inició la apertura comercial internacional mediante el apoyo a las exportaciones no tradicionales. Los cambios en la economía incluyeron el aumento general de la movilidad del capital y los repentinos cambios de sentido de los flujos de capital hacia y desde los Estados Unidos.
Este aumento de los flujos de capital internacional, y la globalización del mercado financiero costarricense dio como resultado la revolución de exportación de servicios, lo que ha hecho que la balanza de pagos sea menos deficitaria.
En los últimos años, el esfuerzo del BCCR por mantener un tipo de cambio menos volátil en el mercado costarricense le ha impedido al BCCR centrarse en la política monetaria, ya que afecta los objetivos internos de estabilización. A su vez, el financiamiento de un creciente déficit fiscal y este esfuerzo por controlar el valor del precio del dólar, ha generado pérdidas a los exportadores y pérdidas en las Reservas Netas Internacionales administradas por BCCR.
La existencia de altos déficit fiscales en países en desarrollo, caso de Costa Rica, que presentan una transición cada vez más integrados en la economía mundial, tanto en lo que se refiere al comercio de bienes y servicios como a las transacciones financieras, hace inviable el mantenimiento de un Régimen de Flotación Administrada en el mediano plazo. Lo anterior es debido al alto nivel de endeudamiento y la presión que este genera sobre las tasas de interés locales, lo cual conduce a la presión sobre el crédito y capacidad en los factores de producción del país.
Como consecuencia, de no corregirse el déficit fiscal, podría resultar más caro continuar con el Régimen de Flotación Administrada, que utiliza el BCCR hoy, en comparación con un sistema como el de mini devaluaciones. O sea, las circunstancias de déficit fiscal, las pocas maniobras de control real del gasto en políticas de gobierno y el deterioro de las finanzas públicas hacen que el tipo de cambio artificial continue para “mantener una inflación baja y estable”.
Por lo tanto, el mantenimiento de un régimen cambiario ambiguo y que no se adapte a las necesidades de Costa Rica, respaldado por medidas de política compatibles y creíbles, puede conllevar riesgos que se extienden más allá del tipo de cambio. Tales son casos como Rusia y Brasil, que padecían de graves problemas fiscales, y los países de Asia afectados por las deficiencias en el sector financiero y el sector empresarial. Estos ejemplos son casos que, a hoy, sus habitantes aún pagan por la inflexibilidad de implementar políticas cambiarias que afectan el desarrollo del país.
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Costa Rica tiene un mercado de divisas poco desarrollado y está dominado por un número pequeño de agentes, donde el tipo de cambio es inestable. Por su parte, las autoridades en el pasado no han proporcionado algún tipo de orientación y su respaldo únicamente se ha basado en mantener un nivel de reservas y no en políticas monetarias más fuertes, como sí ocurre en los Estados Unidos y en la Unión Europea. Este problema se ve exacerbado al no existir un historial de políticas macroeconómicas estables capaces de anclar las expectativas del mercado y prácticas austeras por parte de los últimos gobiernos. Por lo tanto, en la práctica, Costa Rica por medio del BCCR ha tratado de mantenerse en un régimen cambiario relativamente flexible, pero habitualmente se ha recurrido a la política de intervención para influir sobre el tipo de cambio.
No obstante, las intervenciones del BCCR han resultado ser ineficaces, pues las pérdidas de Reservas Monetarias rondan los $750 millones por año, de modo que las autoridades tienen poca capacidad para influir sobre las condiciones del mercado de divisas en el largo plazo.
En esta coyuntura, un esquema de tipo de cambio creíble podría facilitar el comercio internacional y la inversión extranjera, podría ayudar a anclar las expectativas futuras del tipo de cambio, reducir o eliminar la volatilidad cambiaria y los costos de transacción. Por el contrario, una mayor exposición al riesgo cambiario puede reducir el comercio internacional, desincentivar la inversión extranjera y limitar la capacidad de endeudamiento en los mercados de capitales como ha venido ocurriendo en el mercado costarricense.
Ingredientes para una transición exitosa:
• Un mercado de divisas desarrollado y líquido.
• Una política coherente para regular la intervención del BCCR en el mercado de divisas (la práctica de comprar o vender moneda nacional para influir en su precio, o tipo de cambio).
• Sistemas eficaces para analizar y gestionar la exposición de los sectores públicos y privados al riesgo cambiario.
Todo redondeará en indicadores mejores para el país y para las generaciones futuras, a fin de que el Gobierno sanee sus finanzas y no obligue a nuestras generaciones empresariales, exportadores e importadores, a pagar los platos rotos de políticas públicas insostenibles en el tiempo.
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