El Después del COVID-19

El Coronavirus (COVID-19) es la mayor amenaza que hemos experimentado como sociedad durante este año 2020. Las consecuencias derivadas de esta pandemia se extienden a todos los ámbitos, siendo la afectación sobre la salud de miles de personas la más importante; sin embargo, los efectos del COVID-19 sobre la economía mundial ya se empiezan a percibir y no dejan de ser irrelevantes. Como país nos debemos de preparar para que cuando se llegue al final de la pandemia, las políticas socioeconómicas busquen ayudar a los grupos y sectores más afectados por la crisis.

El Fondo Monetario Internacional prevé una recesión al menos tan severa como la ocasionada por la Crisis Financiera de 2008, y Costa Rica no se librará de tal escenario. Estas perspectivas negativas ya se ven reflejadas en los pronósticos realizados por Moody’s y Standard & Poor’s, en los que visualizan una contracción de 1,5% en el Producto Interno Bruto (PIB) de Costa Rica en 2020. En la misma línea, el Banco Mundial espera que el PIB del país se contraiga un 3,3% en el año en curso.

Costa Rica deberá afrontar esta crisis de forma acertada. La situación será difícil y tomar medidas desesperadas podría ser una tentación; no obstante, las políticas económicas deberán de tomarse con mesura y considerando los impactos que podrían tener en el largo plazo, de lo contrario el resultado final será contraproducente. A grandes rasgos, políticas focalizadas sectoriales ayudarán a recuperar el ritmo de la economía cuando la pandemia llegue a su fin; de igual forma, el uso de herramientas monetarias y fiscales contribuirían a la causa, pero la magnitud del impacto podría no ser el esperado.

El Banco Central de Costa Rica (BCCR) debe continuar con una política monetaria expansiva. La reducción en tasas de interés e inyección de liquidez en el mercado financiero se plantean como las medidas iniciales a tomar por los bancos centrales para estimular el crédito y contrarrestar las complicadas condiciones financieras. Sin embargo, cabe resaltar que una política monetaria expansiva por si sola no será la solución al problema, y sus efectos serán imperceptibles si no son complementadas con medidas de otra naturaleza.

La política fiscal debe ser ejecutada responsablemente. A la hora de utilizar herramientas de carácter fiscal no se pueden obviar las condiciones bajo las cuales el país se encuentra actualmente: 7,0% de déficit financiero y 58,5% de deuda pública (ambas métricas como proporción del PIB). Más allá de la situación actual, Moody’s prevé que el déficit fiscal llegue a representar un 8,1% del PIB, y la deuda pública un 66% del PIB al finalizar el año 2020.

A pesar de que históricamente estímulos fiscales han sido utilizados para neutralizar los efectos de una recesión, es necesario hacer hincapié en que, con la frágil condición de las finanzas del Gobierno, Costa Rica no se puede dar el lujo de disparar el gasto público sin control alguno. En contraposición, la política fiscal deberá enfocarse en cambiar la estructura de los gastos con el fin de redistribuir estos recursos a la población y los sectores que más se vean afectados por la pandemia.

Por último, será fundamental establecer políticas sectoriales focalizadas. El sector privado va a ser clave en la recuperación del país, y por ende, será necesario proveerle la ayuda necesaria para salir de esta recesión. Para esto, será vital discernir cuales actividades económicas se vieron más afectadas por el COVID-19; de esta forma, se podrán fijar políticas especificas que ayuden a quienes verdaderamente lo necesiten y en la magnitud que lo necesiten, todo esto con el fin de impulsar la actividad de estos sectores, y así, el empleo.

Tomar decisiones oportunas será vital para recobrar la confianza de los diferentes agentes económicos, lo cual resultará ser un factor elemental para dinamizar la economía; de lo contrario, el país se encontrará inmerso en una crisis aun más profunda. El panorama no aparenta ser fácil, pero tomando medidas con prudencia y analizando las consecuencias de largo plazo, Costa Rica podrá salir a flote de esta situación tan complicada con indicadores de crecimiento, desempleo y pobreza relativamente favorables.

Sr. Marlon Chacón G.
Socio Consultor Ecoanálisis
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