¿Nos hemos vuelto más caros?

El Poder de Paridad Adquisitivo (PPA), la extensión a una canasta de bienes -representativos, ojalá- de la Ley de un Solo Precio (pragmática y mundialmente conocida como el Índice del Big Mac), con frecuencia se subestima en las discusiones cotidianas; y, en general, esto está bien: ¡nadie va a un bar y se pone a discutir si Costa Rica es más costoso o no según alguna ley económica! Lo corriente, cuando se sale con amigos, es actuar de manera espontánea, menos pensativa y, como diría Aristóteles, de forma inmadura. Además, por lo general, los donaires son resultado de nuestra experiencia directa: “Mae, la birra subió de precio, ¿verdad? Está en 2 rojos, antes era milqui.”

Sin embargo, en calma, y ojalá escrito (Schopenhauer nos recuerda que nadie habla como se escribe y queda en cada uno, saber cuál hace con mayor destreza), ¿nunca les ha sucedido que, al llegar a sus casas, después de una actividad, (y, por ahora, antes de la restricción) se les queda en la cabeza, más de lo normal, algún comentario? Así me sucedió, bueno, así me ha sucedido porque ya son bastantes las ocasiones en que escucho: ¡Costa Rica sí es caro, y cada vez más! Entonces, me dejó pensando: ¿realmente somos tan costosos? ¿Le aplica esto al costarricense promedio? ¿Es cierto que nos hemos vuelto menos baratos? ¿Más caros respecto a quién?

Nada fácil, si se medita detalladamente. Por ejemplo, comparemos Escazú (pensemos cerca de Multiplaza, para hacerlo más vistoso) con el Escazú de Alemania, dígase Múnich. Digamos que, en Costa Rica, un apartamento para dos personas, en esa zona, cuesta $1000 el mes. En Múnich, costaría, así por encima, el triple, ¿no? Ahora, qué pasa si el escazuceño gana en promedio $5000, y el de Múnich, $10000. En términos de alquiler, Costa Rica es -en realidad, ajustado por salario- 50% más costoso. Y si, en vez de ingreso, ajustamos los bienes con tipos de cambio, ¿cómo funciona eso?

Más allá de lo poco preciso del comparativo anterior y guardando las diferencias del caso, a lo que quería llegar es: no es tan fácil, ¿verdad? Se puede añadir un sinfín de detalles, variables, situaciones y demás, que complican el análisis hasta el punto hacerlo una paradoja. Hay aquellos que, no equivocadamente, introducen cuantificaciones de índices de felicidad o desarrollo humano. En el presente, simplemente, les propongo una de las posibilidades teóricas que aborda la pregunta ¿realmente nos hemos vuelto más costosos? El Poder de Paridad Adquisitivo Relativo (PPAR).

Pero primero, con lo primero (valga la redundancia). El PPA, tiene una subdivisión (muy al estilo microeconómico): absoluto y relativo. El nuestro mide la tasa de depreciación (de variación) del tipo de cambio real. Si esta es igual a 0, se cumple el PPAR. Al utilizar el tipo de cambio real, se modela con índices de precios, no con los números absolutos. El PPA absoluto, genial para intuición, está bastante obsoleto porque los datos no lo sustentan.

Si el tipo de cambio nominal (en el numerador del real) ajusta perfectamente a los cambios de los índices de precios (inflación generalmente) entre países, no se modifica la tasa de depreciación real. Ejemplifiquemos: hubo inflación en Costa Rica del 10%, y en EE. UU., del 5% (sin ajustar por la conversión de monedas, Costa Rica es, respecto al inicio, el doble de caro), durante un año; y el tipo de cambio nominal a inicios del periodo era de ₡500 por dólar. Este, debe depreciarse en aproximadamente 23% para que se mantenga la paridad relativa. Ese número tan “feo” 23, sale por empezar en 500, si el tipo de cambio fuera la unidad, prácticamente ajusta en esos 5 p.p.

En otras palabras, al mantenerse la paridad de compra relativa, todos los precios expresados en una misma moneda cambian a la misma tasa; o, si se es más técnico, la variación del tipo de cambio nominal mitiga las diferencias de inflación. Por último, de la manera más coloquial, respecto al punto inicial, ninguno de los dos países se torna más o menos rico. Nótese, que, si se pensaba desde el momento inicial que E.E.U.U. era más caro que Costa Rica, lo sigue siendo, simplemente no se ha vuelto menos.

Pasémoslo ahora, a un único bien (típico de la profesión): el costo del banano en el 2020 es de ₡500 en CR y de $1 en E.E.U.U. y hay un tipo de cambio nominal de 500 colones por dólar. ¡Se cumple la ley de un solo número! Un año después, este producto sufre inflaciones del 10% y 100%, en CR y E.E.U.U, respectivamente. Ahora cuesta ₡550 y $2. Para qué no haya cambios en el costo de vida (aquí representado en el banano) entre estos países, según lo explicado anteriormente, el tipo de cambio nominal debe ajustar a esa diferencia de 90 p.p. Entonces, debe de bajar a 275 colones por dólar, en el 2021, y así ningún país se torna más costoso.

Intuitivamente, el tipo de cambio nominal se aprecia respecto al dólar para compensar que los precios allá aumentaron más: necesitamos que nos den más dólares por colón. En el 2020, con ₡500 podía comprar el banano en CR y si se cambiaban por dólares, como me daban exactamente uno y el banano allá costaba esto, el costo del producto entre países era el mismo. En el 2021, sin embargo, se necesitan ₡550 para adquirir ese banano en Costa Rica. Cambiando estos, por dólares, necesito que me den $2 para que se mantenga la situación anterior: 550/275 = 2. Ojo, si el tipo de cambio nominal hubiese bajado hasta los, dígase, 137, Costa Rica sería considerablemente más costosa: Con esos $2 que cuesta el banano en el imperio, se consigue aproximadamente ₡275; en otras palabras, solo la mitad de un banano en CR.

El siguiente gráfico, resuelve el dilema a medias. Se escoge únicamente E.E.U.U. por facilidad de datos y espacio, pero, además, porque es nuestro socio comercial por excelencia y el país al que muchos costarricenses acuden para “shopping”: ¡los zapatos Nike ahora valen la mitad allá que acá!, escuchamos con frecuencia.

Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización de Ecoanálisis.
Franco Guevara Analista Económico

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